domingo, 26 de junio de 2016

EL PASEAITO Y EL PASEBOL ¿LOS PARIENTES PERDIDOS DEL VALLENATO?


Abel Medina Sierra

Comienzo estas reflexiones reconociendo,  de antemano,  que la tesis que presento me puede costar el aprecio y ganar animadversión de algunos investigadores, melómanos y músicos,  tanto del género vallenato como de las músicas arraigadas en las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar. Me declaro, entonces, en riesgo de recibir dardos desde dos trincheras opuestas. 
Lo digo por el siguiente antecedente. Durante el Encuentro de Investigadores de Música Vallenata del año 2015, en casa de su organizador Jaime Maestre Aponte en Valledupar, ya casi de madrugada;  entre algunos de los asistentes estaba Chane Meza y uno de sus hermanos, músico también. Al sonar un paseaito,  creo que “Los Sabanales”, se me dio por expresar que para el público en general del país, si se les pregunta qué tipo de música era esa canción, estaría seguro que dirían que un vallenato. Indignados y con iracunda molestia, Chane y su hermano, recogieron sus instrumentos y salieron raudos de la fiesta. “Ha acabado usted con la parranda”, me reclamó mi compadre y colega Poncho Camargo quien también disfrutaba de la, hst entonces agradable,  velada. 


El medio de su enojo y con cara de pocos amigos, Chane solo alcanzó rectificar que eso era un paseíto- cosa que yo sé de sobra-  que si acaso era que también los vallenatos nos queríamos “robar” ese formato, que según él “le pertenece es a la música sabanera”.  Chane Meza es músico profesional y de los buenos, conoce las galimatías de la música, la produce  y la enseña. Me hubiera gustado que en vez de cerrar groseramente su acordeón y salir sin despedirse, me hubiera explicado desde sus referentes y sus conocimientos porqué el paseíto es una forma exclusivo y original  de la música sabanera y sin ninguna ligazón con el género vallenato y su comarca germinal del antiguo Magdalena Grande. 
También me podría explicar por qué la gran mayoría de consumidores identifican como vallenato canciones que hacen parte de este formato musical.  Sigo retando a Chane y a cualquiera, que haga una encuesta simple con una muestra aplicada en cualquier pueblo o ciudad colombiana, incluyendo claro, a Sincelejo o Montería, y que pregunte al ciudadano de a pie, a qué género musical pertenecen canciones como “Los Sabanales”, “Todo es para ti”, “Playas marinas”, “Divino rostro”, “Mi color moreno” entre otras. El resultado va a ser el mismo. Igual pasaría con paseboles como “Ojos verdes”,  “Paraíso”,  “Capullito de rosa”, “Ay, Elena”, “Capullito de rosa”, “Tus amores”,   “Manantial del alma” interpretados por Alfredo Gutiérrez,  que son apropiados como vallenatos desde las representaciones sociales del público que sigue y consume la música de acordeón del Caribe colombiano.  
Podrían decir que el público consumidor de música es ignorante, que la culpa es de los locutores y programadores de música que no hacen la distinción a la hora de anunciar el género al que pertenecen las canciones. En realidad, hay razones que van mucho más allá de la ignorancia; el populacho tiene unas lógicas de apropiación, referenciación y de catalogación que obedece a claves, solo entendibles,  desde la cultura y prismas menos reduccionistas y esencialistas de la identidad.
Como quiera el este tema hace parte de lo que se llama geoestética que incluye tópicos como músicas en contacto, la “aceptación del otro”, de la desterritorialización de lo “diferente”,  colonización simbólica de los imaginarios culturales y “retórica de la integración; eso nos obliga también a trazar, para efectos de estas líneas, tres zonas diferenciadas en el Caribe colombiano. Por una parte, el territorio antes denominado  Magdalena Grande (hoy Magdalena- Cesar y Guajira) donde nació la música vallenata y otras expresiones como la cumbia y al jalaito. Por otra parte, la zona sabanera correspondiente al Bolívar Grande (Bolívar, Córdoba y Sucre) en la han nacido manifestaciones sonoras como el porro, la gaita, sinuanito, fanderengue (mezcla de fandango y merengue vallenato). La tercera zona, el  actual departamento de Atlántico, que  no pertenece ni a la una ni a la otra y donde nacieron formatos como el pasebol y el merecumbé y donde más confluyen las músicas de las tres  regiones sin tantas exclusiones.  
Ahora bien, volviendo al tema,  ¿Por qué se ha creado en el imaginario de algunos que lo que se conoce como paseaito y pasebol  son  unas formas originales y exclusivas de lo que algunos llaman “música sabanera”? Creo que esto se atribuye a posturas egoístas, regionalistas y esencialistas tanto de los actores musicales de la región  Magdalena- Cesar- La Guajira como de la sabanera. Los primeros porque siempre han defendido que el vallenato solo es lo que llama el musicólogo Roger Bermúdez “las formas festivaleras” (paseo- son merengue- puya). Con ese canon creado por los organizadores del Festival de la Leyenda Vallenata, se le ha cerrado la puerta a la creatividad y por lo tanto a nuevas formas contemporáneas valoradas como espurias. 
Los segundos,  asumen como un producto sabanero  genuino y portador de identidad algunas formas musicales entre las que se encuentran el paseaito y el pasebol. De allí que  algunos gestores se sienten ofendidos cuando se dice que este repertorio (que no es muy amplio) es presentado como vallenato. 
  Ambas posturas, por demás anacrónicas, pretenden imponerle a la música vallenata una norma inaplicable a todas las músicas del mundo: pretender que las expresiones sonoras toda la vida van a mantener las mismas formas y que son estáticas, ahistóricas y cerradas en su ciclo. Al respecto Jorge  Nieves Oviedo postula el nomadismo de la música  del Caribe colombiano ya que estos géneros “en tanto producto de múltiples mediaciones e hibridaciones, en sentido estricto, nunca están terminados de inventar. Cualquiera de sus géneros musicales hace parte de una semiosis en proceso […] Un género musical popular no es una estructura significante cerrada e inamovible” (2006).
Los puristas del lado vallenato, desde una lectura y postura inspirada en el romanticismo decimonónico y su defensa del folklore como esencia inalterable de una identidad monolítica, rechazan toda forma que no sea las que pre-establecieron en el Festival de la Leyenda Vallenata y por ello paseaito, pasebol, o ese híbrido de paseo y chandé que grababan Los Betos con canciones de Beto Murgas (“Siga la trilla”, “Ilustrada”, “La carioca”, “Canarios de mi alma”) o lo propuesto por Ciro Quiróz como quinto ritmo como es la tambora,  son descalificados como formas  foráneas y no auténticas.   
A los puristas vallenatos, hay que recordarles que,  hay consenso en que el paseo nació del son, y eso no lo separa del vallenato y nunca lo han rechazado. Es muy probable que a su vez, la puya haya derivado del merengue que también es de compás terciario.  ¿Por qué entonces, las nuevas formas que han nacido del paseo no han recibido el “aval” legitimador del establishment? 
Todos los géneros musicales experimentan la ampliación de su repertorio cuando sus formas “paren” otras, la mayoría, mediante procesos de hibridación con otras expresiones sonoras. Del reggae original,  surgió el  ragga, el ska, el reguetón para solo dar un ejemplo. No es lógico pensar que la única música estéril es la vallenata o que todo lo que pueda parir  es un espurio  que no pertenece al género.
No he perdido el hilo al tema que le sugerí a Chane Meza, y hoy más que nunca estoy convencido de lo siguiente: el paseíto y el pasebol SÍ hacen parte de lo que llaman “música sabanera” pero TAMBIEN de la vallenata. Mis argumentos los presento a continuación, equivocados o hasta maniqueos o no, espero sean la cuota inicial de un debate necesario que ojalá se viva sin pasiones ni sesgos regionalistas.
Chane Meza 
Hay que reconocer que entre finales de los 60´s hasta los 80´s, el paseaito y el pasebol tenían mayor acogida en los intérpretes de la región sabanera. Esto pasaba más en la producción que en el consumo, porque igual acogida que en la Sabana  tuvieron estas canciones en el público del resto del Caribe colombiano. Lo anterior tiene su explicación porque fue el periodo, algo corto, durante el cual el corset impuesto por el Festival de la Leyenda Vallenata sujetó con mayor arraigo a los intérpretes vallenatos, No encontramos formas distintas al paseo, son, puya y merengue en grabaciones de Jorge Oñate, Hermanos Zuleta, Binomio de Oro, Beto Zabaleta  o Diomedes Díaz en ese periodo para hablar de los grupos hegemónicos del vallenato. 

A mediados de los 80´s, si analizamos la discografía, se zafaron del corset y desde entonces las cuatro formas tradicionales conviven con otras, entre las que se encuentran el paseaito, el pasebol, la cumbia, la tambora, la guaracha, el cumbión  y hasta el porro. Para dar un ejemplo, Poncho Zuleta no ha grabado ni un solo son y una sola puya (en una producción,  como invitado por Lucy Vidal, “Me peino con la lengua”), pero sí ha grabado recientemente los paseboles “Amor a la ligera”, “Imelda”, “Sal y agua” y el  paseíto “La espumita”.

No sé si  la razón para reducir el paseaito al ámbito sabanero y desligarlo de lo vallenato, obedece solo a que su creador, Calixto Ochoa, ya vivía en Sincelejo cuando creó este festivo formato híbrido. Ante esto hay que resaltar que Calixto nació en Valencia, a pocos kilómetros de Valledupar, que es rey vallenato y uno de los más conspicuos canta-autores de este género.
Hilemos más delgado sobre el asunto,  Según nos cuenta Julio Oñate Martínez en el artículo “Una genialidad de Calixto Ochoa”,  el jalaíto surgió a finales de los 50´s  “siendo engendrado en Santa Marta por su creador, Carlos Martelo (El Piñón, Magdalena), hizo erupción en Barranquilla desde la disquera Tropical de esta ciudad”. Martínez Oñate describe así, cómo se cocinó este coctel musical: la percusión toma algunos golpes en la tumbadora característicos de ciertos porros orquestados pero con un andante más acelerado. Del tradicional paseo vallenato se antepuso la acentuación y cadencia mientras que la guacharaca se friccionaba en la forma ortodoxa de un paseo alegre y movido. Respecto al bajo acústico, “este se pulsaba al igual que los merengues dominicanos de Viloria o en algunas cumbias orquestadas en una función solamente de acompañante”.  Agrega que hacia 1965, fue Alfredo Gutiérrez quien, influenciado por   las orquestas y combos de Venezuela, modifica la forma de friccionar la guacharaca, adoptando el estilo del güiro de estos grupos. 
Según esto, el rótulo “sabanero” del  paseíto, podría ser por los aportes del porro y de Alfredo Gutiérrez que son insoslayables. Como género híbrido deriva, en parte, del jalaito y del paseo, ambas formas nacidas en la comarca del antiguo Magdalena Grande. Por ello, es tan cierto  el sustrato sabanero como vallenato en esa forma.
Anóbal y Cheito Velázquez 
Por su parte, el pasebol, género híbrido entre el paseo vallenato y el bolero (también llamado por algunos como “bolero guapachoso”), nace en Barranquilla; su creador fue   José “Cheíto” Velásquez (hermano y cantante de Aníbal Velásquez) quien grabó a inicios de los 60´s “Esperanza” en el sello Eva, la primera canción en ese formato de fusión. 

 Vayamos a la voz autorizada de Alfredo Gutiérrez, quien entrevistado por su biógrafo Fausto Pérez Villareal para su obra “Aníbal Velásquez: El mago del acordeón” (2012: 72) explica y aclara: “El padre del pasebol es José Velásquez. Creo con absoluta humildad y sin falsa  molestia, que Rubén Darío Salcedo con sus letras y yo con mi interpretación fuimos los más  notables intérpretes, sin desconocer la paternidad de José Velásquez en la creación de ese género".    
  
Rubén D. Salcedo 
Por otra parte, vayamos a los intérpretes. Si se argumenta que el paseíto y el pasebol son solo sabaneros porque algunos de sus grandes intérpretes como   Gilberto Torres, Alfredo Gutiérrez o Aniceto Molina son nacidos en la  Sabana, no es menos cierto que otros como Calixto e Ismael Rudas son cesarenses. 

Hoy en día son formas que se mantienen vigentes porque músicos vallenatos como Diomedes Díaz, El Binomio de Oro, Iván Villazón los interpretan y  graban, más incluso,  que los intérpretes de la Sabana. Silvestre Dangond ha puesto a sonar paseaitos como “Listo Calixto”, “El hit” de Calixto Ochoa  y “Novia ingrata” de Julio de la Ossa para dar el ejemplo más reciente.  La supervivencia de estas dos formas está más en manos de los intérpretes del género vallenato que de los del llamado"música sabanera" pues ya prácticamente  nadie en esa zona  compone paseboles ni paseaitos. Sin embargo, algunas canciones de la nueva ola bien se ajustan a este formato ("La patineta loca", "El coleto" entre otras) 

Ismael Rudas 
A esta altura de la sustentación, tendría que plantear que en mi modesta opinión, tanto el paseaito como el pasebol no son géneros musicales sino formas del subgénero vallenato, el que hace parte del macrogénero llamado y “música de acordeón del Caribe Colombiano”. Y no son géneros autónomos sino formas (o ritmos como se suelen llamar) porque no hay un solo grupo musical que se dedique exclusivamente  a interpretar, grabar y difundir paseaíto y pasebol.
 A esto se suma que el componente organológico de base  de estas formas es el de la música vallenata: acordeón, caja y  guacharaca. Si  fueran géneros musicales tendrían su propia organología, intérpretes exclusivos, escuelas, festivales y diferentes perfomances y lógicas de  difusión. Al menos eso es lo que la musicología define como características de los géneros musicales. 
Los egoísmos y fundamentalismos de lado y lado crean unos sesgos desde los cuales se vetan influjos y diálogos musicales entre una región y otra. Los puristas vallenatos se niegan a aceptar lo vallenato de expresiones como el pasebol y el pasebol, a estos sumo el fanderengue, creación de los sabaneros Miguel  Durán, padre e hijo,  y que tiene ejemplos exitosos  como “La camisa rayá” y “El trago gorriao”. Como que si  la llamada “hostia sagrada” de las cuatro formas tradicionales se desacralizara   con el reconocimiento de nuevas formas, así que muchos la ven como una influencia foránea y perniciosa para una supuesta “pureza” que nunca ha existido ni en ésta ni en ninguna de las músicas del mundo. 
Por su parte, los sabaneros se niegan a reconocer que estas formas son  su gran aporte, aunque no el único,  a la música que hoy es el principal referente sonoro del país. A muchos no les gusta que se le llame vallenato a la música que crean e interpreta, siendo vallenata y no otro género. Si nunca han producido vallenato si se entendería el disgusto, no se les llama "vallenatos" pro nacer el el Valle de Upar sino por el género que interpretan.  “Eso es música sabanera” repiten y repiten desconociendo que tales formas han sido paridas desde el vallenato, que han tenido quizás sus mejores intérpretes en la sabana pero que también hacen parte del repertorio de los vallenatos.  Sustrato sabanero pero también vallenato, hay influencia sabanera en el vallenato, y es más notable en estas formas que como toda manifestación patrimonial, pertenece adonde tiene apropiación social y estos formatos hoy la tienen en todo el Caribe colombiano. 
No es para nada descabellado pensar como lo hace la mayoría de consumidores de música de acordeón, que tanto el paseaito como el pasebol son parte de la música vallenata. Así lo asumen y si hay algo tozudo son las representaciones sociales populares pues están fundadas en el sentido común. Así que por mucho que discutamos en foros académicos, “Los sabanales” seguirá rotulado como un vallenato y ojalá Chane Meza no se enoje por eso para seguir escuchando su virtuoso acordeón que ha dado estética a tantas canciones vallenatas. 

Referencias
Nieves Oviedo, Jorge. (2006).  Travesías nómadas en la música del Caribe colombiano. En: El Caribe en la nación colombiana. Bogotá: Museo Nacional de Colombia-Observatorio del Caribe colombiano

Oñate M, Julio. Una genialidad de Calixto Ochoa. (12, 04, 2012). Diario El Pilón. Valledupar
Pérez, V, Fausto. (2012). Aníbal Velásquez: el mago del acordeón. Barranquilla: La Iguana Ciega

8 comentarios:

  1. Es halagador y refrescante, poder encontrar una reflexión tan sensata sobre un tema que día a día es comentado con diferentes puntos de opinión, lo cual es muy normal, pero que casi siempre va cargado del sentimiento particular, inclinado hacia la la region de su interés o preferencia, lo que se presta para confundir al lector que espera siempre una ilustración con la coherencia y claridad que expresa el presente artículo, con el que me identifico totalmente por su calidad de análisis y apreciación.

    Ismael Rudas.

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  2. Alfredo Gutierrez, es Bolivarense, después, sucreño,pero no podemos olvidar, que su papá, era de la paz César, tocaba Acordeón, primo de la dinastía, Lopez, Gutierrez. Por eso Alfredo en una puya de su autoría, dice: Tengo sangre de la paz / mezclada con sabanera/ por eso llevo en las venas/ Música de aquí y de allá.

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  3. Alfredo Gutierrez, es Bolivarense, después, sucreño,pero no podemos olvidar, que su papá, era de la paz César, tocaba Acordeón, primo de la dinastía, Lopez, Gutierrez. Por eso Alfredo en una puya de su autoría, dice: Tengo sangre de la paz / mezclada con sabanera/ por eso llevo en las venas/ Música de aquí y de allá.

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  4. Muy bien, mi querido Abel Antonio. A pesar de tu inteligente pluma, hay varios sesgos en tu provocador y prevenido artículo. Ya no quería escribir mas sobre el tema, hay muchas inexactitudes en tu escrito. Espera, pues, el recular del ovejo.

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  5. Señor Alfonso Hamburger. Siendo muy respetuoso sobre su concepto expresado con relación al presente artículo; como militante activo en el ejercicio y ejecución del genero en mención, me gustaría conocer de usted, una disertación más a fondo, con referencia a los puntos que le motivan la discrepancia que en todo su derecho señala como inexactitudes. Mi solicitud que como ya le dije, va enmarcada en el más profundo respeto, me ayudaría a enriquecer buena parte de los conocimientos que en el diario trajinar de los 64 años que llevo interpretando el acordeón, no es posible pasar desapercibidamente ante un tema tan interesante, donde la diversidad de sentimientos y caracteres, se amalgaman para darle una mayor acogida al debate. Con un cordial saludo, me anticipo a darle las gracias por su gran aporte, del que no tengo la menor duda, será de gran beneficio para el engrandecimiento de nuestra cultura musical.

    Ismael Rudas.

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  6. Muy bien, mi querido Ismael. Es un inmenso honor encontraerte por aqui. Me declaro tu admirador profundo, porque de los vallenatos, eres el que mas toca como sabanero. Eres muy grande, Dios te bemdiga. Espero sentarme a poner mis puntos de vista. Te adelanto algo.m Antes que en Barranquilla, Amado Cervantes, grabo en 1952 el pasebol Amor TRiste, un año años de la muerte de Eduardo Lora. El pasebol no es ni vallenato ni sabanero. Es un bolero tocado en acordeon. Abrazos.

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    1. buenas tardes. escribo a este mensaje por que me llama la atencion unos puntos de los cuales escribi un articulo y los mencionan con acertividad. me gustaria corroborar dicha informacion. atte, edilcar salazar 300 766 6487

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  7. Muy bien, mi querido Ismael. Es un inmenso honor encontraerte por aqui. Me declaro tu admirador profundo, porque de los vallenatos, eres el que mas toca como sabanero. Eres muy grande, Dios te bemdiga. Espero sentarme a poner mis puntos de vista. Te adelanto algo.m Antes que en Barranquilla, Amado Cervantes, grabo en 1952 el pasebol Amor TRiste, un año años de la muerte de Eduardo Lora. El pasebol no es ni vallenato ni sabanero. Es un bolero tocado en acordeon. Abrazos.

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