viernes, 23 de octubre de 2015

LA JERGA MUSICAL DEL VALLENATO


Abel Medina Sierra
Publicado en Diario del Norte (22,10,2015)

La música como comportamiento humano  es  también un lenguaje, pero que requiere de otro lenguaje para referirse a ella. En este caso, se trata de un metalenguaje. La terminología musical es amplia y colmada extranjerismos en los que prima el italiano.  Otro caso ocurre con las músicas populares en las que los actores son, en la mayoría de los casos, de oídas, con formación empírica y artesanal. En lo que respecta al vallenato, la  terminología universal de la música dice poco a nuestros cultores por la escasa formación y referentes sobre este tecnolecto como se denomina un  lenguaje técnico asociado  a un oficio o profesión.   


Pero la ausencia de una terminología técnica tomada del lenguaje universal de la música no ha sido obstáculo para que nuestros músicos den cuenta de su realidad musical, cuando faltan las categorías se inventan es un principio de la humanidad para organizar el mundo. En este caso, los músicos vallenatos han creado una jerga que  es un lenguaje particular y familiar que utilizan entre sí los integrantes de un cierto grupo social. En concreto, se pueden distinguir  en las jergas dos grandes grupos: las sociales y las profesionales, en este caso se trata de una profesional pues  se desarrolla para nombrar ciertos procedimientos, acciones  o instrumentos. 
Echemos un ligero   repaso a  la jerga que comúnmente usan los músicos vallenatos. El “registro” es la exploración digital que suele hacer un acordeonero del teclado de su instrumento para verificar que esté en buenas condiciones, que no tenga “un pito dañado” u otro tipo de dificultad. Por su parte, una “rutina” es a veces entendida, como el estilo particular de cada acordeonero pero que luego pasó de denominar ciertos “puentes”  o ejecuciones que sirven de enlace entre un arreglo y otro o para introducir la entrada del cantante.  Un acordeonero que apenas comienza a dominar el instrumento solo “macujea” en la jerga vallenata. 
Muchos amantes del vallenato desconocen que la “la pata de gallina” es la disposición de los tres dedos en el teclado del acordeón para introducir una ejecución. La técnica la creó Luis Enrique Martínez al  ser el primero que usó un acordeón de tres hileras y hoy es de uso común en todos los acordeoneros.  Un músico de academia seguramente no sabrá qué es un “acordeón tapao” al que un técnico, con cartón o papel le tapona ciertas salidas de aire para lograr una sonoridad distinta.  Tampoco sabrá explicar  qué es un acordeón “picao” como se llama el estilo creado por El Pollo Vallenato;  o “hamaqueao”, el que hace que la gente cambie de velocidad al bailar como lo creó entre Juancho Roys y Franco Arguelles y que hoy es estilo hegemónico en la llamada Nueva Ola. 
A veces se escucha decir a los músicos vallenatos  que una canción está interpretada en estilo “afarisao” para dar a entender que tiene un formato de percusión similar al usado por el grupo de Farid Ortíz. Un “vallenato llorón” es una canción de tiempo lento y  temática sensiblera. 
Entre los músicos del género  se llama “moña” a un trabajo ocasional que se le presenta al cultor mientras el “garrotero” es el líder del grupo que aunque reciba el pago, queda debiendo a sus acompañantes los honorarios o les pague menos de lo pactado o justo. Se trata de músicos que “saben sumar” pero “no saben dividir”  como el que se nos viene a la mente: Poncho Zuleta. ¡Por supuesto¡
Nuestros músicos han endilgado nombres a los acordeones que salen de su apariencia pero que nada tienen que ver con su tonalidad o referencia comercial: “Tornillo de máquina”,  “Guacamayo”, “Moruno”, “Cinco letras”. Aún términos como “piqueria” no hacen parte del lenguaje. Se le llama “verseador” a lo que en lengua estándar es repentista y “verso de cuatro palabras” a la redondilla o cuarteta que tiene cuatro verso (no cuatro palabras).
Lo que llamamos “ritmo” o “aire” es lo que en el lenguaje musical es forma como en el caso de paseo, merengue, son y puya. Tampoco es usual en este tecnolecto universal que se use la palabra “pase” para nombrar los arreglos que adornan una canción. Es tan particular nuestra jerga que hace poco se desató una polémica porque la palabra “acordeonero” no existe en el diccionario sino acordeonista y no faltó quienes pidieron extirpar la primera de nuestro dialecto. 
Lo cierto es que esta jerga aunque no se integre al lenguaje universal, es tan válida como apropiada pragmáticamente;  tienen aceptación pues el uso la legitima como parte del dialecto de una región. Cada música crea también su propia jerga, la que tiene sentido y adecuación  en una comunidad de habla.  

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